Con cuánto amor que lo esperas
mientras en tu vientre brinca,
y en torno de ese bebé,
¡toda tu vida se afinca!

¡Ya lo tienes en tus brazos!:
¡ahhh…, que alegría infinita…!,
¡y tu bebé es una niña,
una niña, madrecita!

¡Cómo pasa el tiempo, mira…,
ya no cabe en tu regazo,
pero por puro placer
la sigues cargando en brazos!

Ya es casi una adolescente
pero en sus horas de llanto,
todavía le haces upa,
¡sólo por quererla tanto!.

Y la sigues abrazando
cuando ya de jovencita,
busca en tu pecho el consuelo
de tu ternura infinita.

Ahora es toda una mujer,
¡si hasta supera tu altura!,
pero aunque pasen los años
¡sigue siendo “tu criatura”!

Y ahora es ella quien sostiene
tu caminar tan pausado:
¡te está devolviendo un poco
de lo mucho que le has dado!

Tu mirada perdió brillo…,
se ha agrisado tu cabello,
te cuesta dar cada paso,
y te cuelgas de su cuello.

Y ahora te carga en sus brazos
al no poder hacer pie…,
y el círculo se completa:
¡ahora eres tú “su bebé”!

Y cuando toca partir
de tu traje terrenal,
le has dejado lo más bello:
¡tu amor incondicional!

Es el Ciclo, simplemente,
que nos fue dado vivir:
nacer, crecer, florecer,
reproducirse y partir.

Transítalo con ternura,
con cariño, dulcemente,
ríe, tolera, perdona,
sé amoroso, sé paciente.

Y entrégate por completo,
no dejes nada guardado,
¡si lo único que queda,
es el Amor que hemos dado!