Gira y gira la rueca desteñida,
con la que la Hilandera inmemorial,
va tejiendo su nítida señal,
en las cuatro Estaciones de la Vida…

¡Que brillo que despliega en la primera,
cuando la juventud en su alborozo,
lo llena todo de divino gozo
con la alegría de la Primavera…!

¡Y qué realización viene después…,
cuando bajo los soles del Verano,
el hombre y la mujer van de la mano,
en la siembra feliz de la adultez…!

Y luego… ¡a cosechar eso sembrado,
en las mieses doradas del Otoño!,
cuando el atardecer le pone un moño
a un caminar más lento y sosegado…

Después llega el Invierno con su escarcha,
para pintar de nieve los cabellos…,
y se van apagando los destellos
que iluminaron esa larga marcha…

Y con la ceremonia de partida,
dibuja el ciclo -en su postrer final-,
el exacto perfil de una espiral…,
que habrá de retomarse en otra vida…

Y así vamos marchando…era tras era…,
creciendo en cada ronda del camino…,
y si algo le agradezco a ese Destino…
¡es que se inicia con la Primavera…!