Compañeros…¿se han dado cuenta de cómo empieza a notarse cada vez
más, el modo en que las viejas actitudes que aún estemos sustentando,
nos entorpecen el camino de la ascensión?

Como ya no se condicen con la ¨nueva energía¨, terminan
transformándose en estorbos, de los que hay que desprenderse, más
temprano que tarde…si pretendemos seguir avanzando.

A continuación, desgrano algunas pocas, con la intención de
facilitarles el que vean sobre cual ( o cuales) de ellas, tal vez
quisieran empezar a «trabajar»:

– El aferrarse, (incluso en organizaciones espirituales) , a las
estructuras, los cargos, el orden , la jerarquía…sin entender que ya
no es más el ego el que lleva la batuta…porque la vanidad, el
orgullo, y el ¨yo sobre tí¨, ya no tienen cabida en este espacio de
nueva luz…

-La adicción al drama, a las luchas, al sufrimiento y al dolor…por el
sentido de «identidad» que todo eso nos provee…y la sensación
de «vivacidad» que nos proporciona…

Esa creencia de que cuanto más se lucha, más valioso es uno (a mayor
dolor, mayor estoicismo), es la que sustenta el rol del «martir»…
pero deja mucha energía atrapada en ese bloqueo…y hace que el velo se
torne espeso como nunca…

Pero cuando recordamos que todo es un juego…y que lo diseñamos
nosotros mismos…, todo empieza a fluír…y el velo adelgaza…adelgaza…
mientras vamos despertando del sueño que soñamos…

Porque ya no necesitamos los dramas de la polaridad (ya cumplieron su
función en esta obra)…y gradualmente vamos equilibrando los extremos
en una visión superadora, mientras ajustamos a la vez nuestros
procesos de pensamiento, respecto a lo que considerábamos «verdad»
en el pasado.

Ahora podemos cambiar al instante la percepción de los hechos, y con
ella cambiamos nuestra realidad misma…para comenzar a vivir desde
nuestra conciencia más alta.

– El apego al «listadito» de cosas supuestamente ¨imprescindibles¨
para manejarse con las energías entrantes: rituales, procedimientos,
pases, amuletos, rezos, cristales, sahumerios, oraciones (¡hay
tantos!).

Quizás les resulte difícil hacer a un lado todo el conocimiento y
las «habilidades» tan duramente adquiridas a través de tantos años…
para asumir ahora que todo se volvió tan simple…tan increíblemente
despojado…tan al alcance de todos…tan fascinante en su sencillez (
sólo ¨inspirar y traer¨… ¨inspirar y sentir¨…).

-El aferrarnos al miedo a nuestra propia luz…a ser distintos…a
encarnar ese poder que late en nuestras células…esa maestría que
comienza a irradiar su claridad…esa libertad profunda que surge
cuando estamos abiertos y centrados…

Y es que el temor a asumir nuestra magnificencia, es también un temor
a asumir nuestra responsabilidad en cuanto a creadores de lo que nos
pasa…porque ya no tendremos más a quién «hecharle la culpa» de lo que
vivimos…ni siquiera a Dios…porque nosotros ¨seremos Dios¨…

-El obstinarse en querer saber siempre «hacia dónde estamos yendo»…
sin comprender que, en la nueva energía, al futuro lo vamos
construyendo a cada instante…de momento a momento…de plenitud en
plenitud…y que al accionar confiados y desde el amor, ya no hacen
falta indicios sobre «lo que nos aguarda».

Por el contrario, nos abandonamos amorosamente «a lo que venga»…a lo
que nos traiga la vida en las alas doradas de sus altas frecuencias…
con la certeza inconmovible de que todo va a estar bien, mientras
sigamos centrados en el aquí, en el ahora, y abiertos a todas las
posibilidades…
(Como lo expresa bellamente esta breve rima que leí alguna vez –
desconozco su autor-):

«Conduce, amable luz,
mi guía tu serás…
y alumbra aquí nomás,
que lo distante,
no necesito ver…
¡Un paso me es bastante!»