¿Vieron, amigos, que hay momentos en que permanecemos enfrascados –y a veces “atascados” -, en la consideración de un tema determinado?

Y nuestra mente va siguiendo una particular línea de pensamiento…saltando de una idea a otra…sopesando distintas alternativas…evaluando conclusiones parciales…intentando aprehender algo que se nos escapa…y de pronto, súbitamente, se hace la luz en nosotros…irrumpe ese destello de conciencia que nos lleva a percibir “la cosa en sí”…ese ramalazo de captación intuitiva…ese “clic” del reconocimiento instantáneo…ese relámpago de comprensión que nos hace exclamar alborozados: “¡pero claro…es así…como no lo ví antes…!

Y cada vez que aparecen esas gemas diamantinas de los “darse cuenta” en medio del pantano discursivo de nuestro razonamiento…, nos estremecemos con una oleada de
alegría casi infantil…

Y es que por un momento el “rompecabezas” se completa: vemos el todo y las partes simultáneamente, y captamos el significado oculto, el sentido que se escondía detrás del entramado .

Y de repente todo “encaja” en su sitio…todo parece estar bien…todo brilla con la perfección del instante…

Y no tuvimos que “hacer” nada…solo comprender…

Krisnhamurti, ese genial pensador hindú, enseñaba justamente que “…la comprensión trae su propia acción…”, y ponía el ejemplo de cuando viajando en avión se sobrevuela la frontera entre dos países, y entonces uno vé desde arriba ese límite artificial, creado por el hombre, y que muchas veces deja de un lado a unos, viviendo una vida de opulencia (ciudades pujantes, industrias, prosperidad y consumo); y a otros –del lado opuesto-, viviendo en medio del subdesarrollo, de la miseria, la enfermedad y el hambre…

Desde allí arriba, con esa visión holística y totalizadora que proporciona tan elevado mirador…se percibe de pronto, con absoluta claridad, el completo absurdo de esa diferenciación…¡si todo es una misma cosa!…el mismo pasto creciendo a cada costado…los mismos pájaros surcando “ambos” cielos…el mismo ser humano (con los mismos anhelos y los mismos temores) de un lado y del otro…

Y con esa percepción unificada de la totalidad…sentimos también el carácter sagrado de todos los seres y de todas las cosas… y comprendemos entonces que ese hombre que está a la derecha de la frontera…y ese otro que está a la izquierda…ambos son nuestros hermanos, aunque no sepamos sus nombres…porque sentimos igual…porque nuestras miradas se parecen…porque nos importan las mismas cosas esenciales…porque formamos parte de la misma familia humana…

Y entonces…, el veneno del nacionalismo cae de pronto como una pesada mochila de nuestra espalda, de una vez y para siempre… ( ¡la comprensión trayendo su propia acción! ).

-Tal vez sea así, con sucesivos “golpes” de conciencia, como vamos cincelando los contornos de oro del ser de luz que nos habita-

(Por eso, compañeros de viaje, cuando quieran regalarle algo valioso a alguien…déjense guiar por vuestra sabiduría intuitiva…¡ y precipiten en él un “darse cuenta”!!!)

Y hablando de “darse cuenta”…:

Hoy mi maestro me ha enseñado
a comprender la realidad…
Dijo que todos la creamos
a nuestro antojo y voluntad…
pues son producto de la mente,
la libertad…,la esclavitud…,
la alegria…,la tristeza…,
la enfermedad…y la salud…

Hoy mi maestro me ha enseñado
que soy causal de mi aflicción…
porque yo soy al mismo tiempo,
el prisionero y la prisión…
ya que este mundo en realidad,
no es otra cosa que un espejo…
en él proyecto lo que soy,
y me percibo en su reflejo…

Hoy mi maestro me ha enseñado
como romper esa ilusión,
y a despertarme de repente
en medio de la proyección…
salir del sueño que soñamos
por un instante…y sólo ser…
morir a todo lo pequeño…
y en lo infinito renacer…

Y así se crea y se descrea
lo que mi alma experimenta…
Hoy mi maestro –que soy Yo- ,
¡…logró que al fín me diera cuenta…!