Cuando todo esto pase
parecerá un mal sueño,
sin que nos demos cuenta
que nos cambió el diseño.

Este lapso tan largo
de gris recogimiento,
es como un reseteo
para nuestros cimientos.

Y es que el dolor nos saca
de una vida chiquita:
¡solo quitando el barro
se llega a la pepita!

Y así como la sangre
cambia tras de una anemia,
todo será distinto
después de la pandemia.

Tu escala de valores
se habrá reformateado,
¡porque a nadie el Gran Cambio
le pasará al costado!

Lo más noble y más puro
volverá al escenario,
después de tanto tiempo
de reinar lo contrario.

Y allí verás muy claro,
de forma verdadera,
que toda esa zozobra
que llegaba de afuera,

estaba produciendo
muy silenciosamente,
su milagro más grande:
¡cambiarte internamente!

Y aunque aún no lo percibas
en tu trajinar diario,
verás que emergeremos
mucho más solidarios.

Pues nos daremos cuenta
que el regalo mayor,
no pasa por las cosas:
¡pasa por el Amor!

Y esas frecuencias nuevas
que iremos alcanzando,
con estrellas distintas
nos irán alumbrando.

Y sentirás afecto
hacia el que te ha ofendido,
o compasión incluso
por alguien que te ha herido.

El percibir la vida
desde octavas más altas,
hace que perdonemos
de los demás sus faltas.

Y lo haremos a un lado
al dicho que reporta
que al final la frazada
siempre se queda corta,

pues no será preciso
de mantas ni en invierno,
cuando empiece el latido
de un corazón fraterno.

Y es que por fin sabremos
con divino estupor,
que estaba dentro nuestro
la Fuente del Calor.