Cuando alguien te sermonee,
lo que está haciendo, en verdad,
¡es proyectar sobre vos
su propia inseguridad…!

Y aunque esté desacertado
¡permitile su expresión!,
¡pues se está hablando a sí mismo
a través de ese sermón…!

Escuchalo con respeto…,
escuchalo con cariño…,
como se escucha a un anciano…
o como se escucha a un niño.

Dejalo manifestarse
en voz alta…o en murmullos…,
¡que lo que piensa de vos
ya no es un asunto tuyo…!

Y al escuchar simplemente
su versión de la verdad…,
¡estarás honrando, amigo,
su túnel de realidad…!

Y tu comprensión entonces,
como una dulce marea,
¡llevará luz a la playa
de aquél que te sermonea…!

Así, desde tu maestría,
y actuando con compasión,
¡celebrarás lo ilusorio
de su propia proyección…!

(Perdonar…y comprender…
y permitir…y aceptar… :
¡¿conocés otra manera
más verdadera de amar…?!)