Tanto en la cosas vitales
como en lo que es accesorio,
tus experiencias concuerdan
con tu patrón vibratorio.

Con tu “longitud de onda”
formas un perfecto imán,
que jala las situaciones
que a tu puerta golpearán…

Ese estado de conciencia
es quien magnetiza eventos,
circunstancias, escenarios,
hechos y acontecimientos.

Por eso, cuando has temido,
y también cuando has odiado,
tu adversario fue, ante todo,
la vibración que has creado.

Ni lo odiado o lo temido
fueron tu rival mayor:
tu enemigo despiadado
fue el odio en sí… o el temor.

Porque al vibrar negativo
te hundes en el pesimismo,
y habrá de ser lo que atraigas,
tan sólo “más de lo mismo”…

Pero puedes atraer
todo lo hermoso que quieras,
si emites la vibración
¡como si ya lo tuvieras…!

Debes crearte ese clima
de total convencimiento:
hacer “como que ya es tuyo”,
¡y sentirlo al cien por ciento!

Cuando irradias de ese modo
la vibración se empareja,
pues por Ley, lo que te llega,
¡es lo que a ti se asemeja!

¡Vibra amor…, vibra confianza…,
vibra paz…, vibra armonía…,
y pintarás de alborozo
las horas de cada día!