¡Preciosa lágrima…!, rodando en la mejilla
de cada ser que sobre el mundo va…:
en el temblor de tu diamante brilla
esa angustia que un día cesará…

Yo sé bien que la gente te rehúye,
porque tú representas la aflicción…,
¡pero gracias a ti la Vida fluye
hacia la Fuente de la Compasión…!

Y es que en el escenario en el que andamos,
todas las circunstancias son vitales:
tanto aquellas de las que renegamos…,
como esas que suavizan nuestros males…

Y los necios tiranos que aparecen,
y nos alteran con su acción estulta,
¡son Instructores que se desvanecen
cuando aprendemos la lección oculta!

Y es que “el contraste”, es un hilo exquisito,
con el que el alma su collar enhebra…
(¿Se aprende, acaso, de lo que fue escrito,
con tiza oscura… sobre una pared negra?).

Y de cada tropiezo en el sendero…,
de cada aprendizaje cruel y duro…,
¡emergemos más lúcidos y enteros…,
más templados…, más buenos… y más puros…!

¡Porque eres tú, estrella del dolor,
centelleando en el rostro de mi hermano,
quien nos abres las puertas al amor…,
y nos vuelves a todos más humanos…!

Con tu reflejo pálido de luna,
nos riegas el jardín del corazón,
haciendo florecer -como ninguna-,
la flor de la ternura y el perdón…

¡Yo te bendigo, lágrima preciosa!,
y te guardo con unción en un dedal…,
¡porque sé que es el alma quien solloza
en tu llanto de perlas y cristal!