Siente que tu rostro
se va relajando,
y todas tus cuitas
se van disipando.

Visualiza ahora
que en tu propia frente,
una luz muy bella
surge suavemente.

Es una frecuencia
que es supramental,
y te está llegando
desde tu pineal.

Y sus rayos de oro
te dicen así:
“¡recuerda, recuerda…,
tú no eres de aquí!

Tus pies son de barro,
¡y sí…, dejan huellas!,
pero tu alma en cambio
es de las estrellas.

No tienes principio
ni tienes final,
¡y yo te lo digo:
tu propia pineal!

Yo…, que estoy pasando
en tu vida diaria,
(con el hipotálamo
y la pituitaria),

de base carbono
a base diamante,
¡para convertirnos
en Luz destellante!

También tu ADN
sin que se lo pidas,
activa porciones
que estaban dormidas,

y códigos frescos
de noche y de día,
te instalan patrones
de Nueva Energía.

¡Sí…, sé que no es fácil
tanta mutación!:
cambios tan enormes
causan desazón.

Este recableado
de todo tu ser,
te lleva, de a ratos,
a empalidecer.

Dolor de cabeza,
extrañas visiones,
mareos, cansancios,
o palpitaciones.

Es que estás pasando
por aquella fase
en que el Ave Fénix
fallece… y renace.

Y es justo por eso
que ahora te ilumino,
para recordarte
tu origen divino.

¡Vamos…, falta poco
mi humano cansado:
¡ya estás en el medio
del Puente Dorado!

¡Resiste…, resiste,
que no será en vano!:
te estás transformando
en el Nuevo Humano…

Y no te lo dice
alguien marginal:
¡te lo digo yo,
que soy tu pineal!»