¡Mamá…, te ruego que enjugues tu llanto…!
¡Papá…, te imploro que no sufras más…!:
¿no se dan cuenta que si sufren tanto,
a mi me impiden proseguir en paz…?

¡Yo no morí, mamá…!, sólo he dejado
el plano de tercera dimensión;
¿¡cómo puedo morirme, mis amados,
si la muerte no es más que una ilusión…?!

¡Es tan sólo un soltarse de las cosas…,
es un cambio de ropas otra vez…,
es la oruga que se hace mariposa,
para poder volar libre después…!

¿¡No recuerdan que todo fue planeado
con precisa y exacta antelación,
en este plano etéreo y elevado…,
antes de comenzar la encarnación…?!

Fue un kármico contrato entre nosotros,
para dar un gran paso evolutivo:
mi partida actuaría sobre vosotros
a modo de potente disruptivo…

Porque sólo esa brusca sacudida
-cual poderoso catalizador-,
les haría darse cuenta que en la vida,
¡lo único que importa es el amor…!

Y es que la Tierra siempre…siempre ha sido
una preciosa Escuela de Elevación…,
y su razón de ser, y su sentido,
¡es enseñar a abrir el corazón…!

En lo que a mi concierne, les aseguro
que en este estado de intensa claridad,
puedo percibir bien los claroscuros
que transité viviendo en dualidad…

Aquí reviso todos mis avances…,
mis detenciones…y mis retrocesos…,
y estudio uno por uno cada trance
en el que se detuvo mi progreso…

Y luego volveré con nuevos bríos,
más sabio, y con más ansias de vivir…,
¡como retorna presuroso el río
-después de la sequía-, a discurrir…!

Y mientras tanto, aquí, desde este plano,
los guío y los protejo dulcemente:
¡soy el que en sueños los toma de la mano…,
y el que les deja un beso sobre la frente!

La conexión que existe entre nosotros,
nunca jamás se puede desgastar:
¡nos hemos encontrado con mil rostros…,
y otros mil rostros nos verán pasar…!

¡Sosiégate, papá, para que adviertas
el abrazo de luz con que te estrecho…!,
¡serénate, mamá, para que sientas
mi ternura en el medio de tu pecho…!

Y cuando ustedes vengan de este lado,
los estaré esperando en La Estación,
con un coro de ángeles al lado…
¡para cantarles la mejor canción…!

Y hasta que llegue ese sagrado día,
les imploro que suelten el dolor…,
que vuelvan a vivir con alegría…,
y que por mí… ¡encarnen el amor!