Me niego a participar:
no enturbiaré mi experiencia
bajándola a mi conciencia
de su vibratorio altar.

No me podrás alterar
con tu ofensiva insolencia,
que es justamente “paciencia”
lo que aprendí a cultivar.

Y si pudieras captar
la raíz de mi indulgencia,
verías una reverencia
por detrás de mi accionar.

Me niego a participar…,
y entiendo tu turbulencia,
y comprendo la inconsciencia
de tu manera de actuar.

Y no te voy a juzgar:
observo tras tu apariencia,
y me apenan las carencias
que has debido atravesar.

Y te puedo asegurar
que en mi no hay ni resistencia
ni desdén ni indiferencia:
sólo hay lugar para amar.

Me niego a participar…,
y me quedo en mi Presencia,
transmutando la impaciencia
que pretendes contagiar.

Y aunque me quieras sacar
de este estado de inocencia
con toda tu virulencia,
¡me niego a participar!