Dulces las horas de la primavera
regalando belleza por doquier…,
¡y ese esplendor con que la vida entera
nos habla de su eterno renacer…!
Dulces las horas del ardiente estío…,
las tardes de oro puro bajo el sol…,
cuando el tiempo desplaza su navío
con esa lentitud del caracol…
Dulces las horas del otoño leve,
con su manojo triste de añoranzas,
en esos días en que llueve…, y llueve…,
y junto al agua, llueven remembranzas…
Dulces las horas del invierno frío…,
junto al remanso de la chimenea,
mientras la nieve como un blanco río
por las calles heladas serpentea…
Dulces las horas de la primavera…,
dulces las horas del ardiente estío…,
dulces la horas del otoño leve…,
dulces las horas del invierno frío…
(Pero hay un requisito, compañero,
para ese sosegado disfrutar…,
¡porque las horas sólo se hacen dulces,
si es dulce nuestro modo de mirar…!)
GRACIAS POR SEGUIR TRANSMITIENDO TU DULCE SER, QUE HACIENDOME A LA IDEA A QUE SABE, LO EMPIEZO A SABOREAR MAS Y MAS….UN GRAN ABRAZO, COMPAÑERO
¡Que las "horas dulces" comiencen a ser la mayoría de tus horas, querida María!
Un cálido abrazo.
Aquí Ahora es la dulce hora de la noche
cuando el alma vuela hacia el sueño
y sigue su propia luz
hasta un reino totalmente formado
y completamente despierto
Brindo contigo por todos los momentos perfectos…
¡Chin chin…, compañera de viaje!
Jorge , querido : otra magistral lección en tu poema: Nos abre al recordar "la vida entera habla de su eterno renacer " cada día , nuevo , cada amanecer , el paso del caracol señalando senderos de plata …Todo sintetizado en esa penúltima estrofa que, para vivirla tu último verso nos lleva a "como ".endulzar la vida .
Sigue poniendo "azúcar, lua, calor y todos los ingredientes "que viertes en tus poemas . Gracias Mi agradecido afecto María Palacios
¡Que en el reloj de tu vida, las agujillas se estacionen con frecuencia en las "horas dulces", mi buena amiga!